De Leticia a Gallardón
07/11/2003
martes 10 de junio de 2014, 12:58h
No sé si hablarles hoy de Leticia o de Gallardón. Los dos se merecen una parrafada. Sólo voy a comentar de la colega, que me parece una chica estupenda, que puede ser Cenicienta y que si el hijo de don Juan Carlos decide casarse con ella, pues que rabien los envidiosos.
A ver si entre Diana de Gales, ya difunta, y toda esta serie de cortesanos que entran en la realeza como consortes purifican un poco la raza, enferma de tanta boda entre las mismas familias de siempre. La sangre de Leticia es del mismo rojo que la que corre por las venas de las infantas… ¿O no?
Pero el personaje que se merece una patada del propio Rajoy, que no tendrá cojones de dársela, es el hijo de José María Ruiz Gallardón. Este Alberto (45 años), que en su día tapó el primer escándalo que le salpicó a Aznar, recién llegado a la cúpula del PP, el ya olvidado caso de Rosendo Naseiro –Aznar se la debe al antiguo presidente del Comité de Conflictos y Disciplina-, está haciéndose pasar por niño díscolo y respondón. En su afán de navegar por el borde izquierdo del pepé, el muy irresponsable está poniendo en peligro la credibilidad del partido que le da las siglas, y el dinero…
Yo no se qué le ocurre a Aznar con ese complejo de colocar a los hijos de en altos cargos. Pío Cabanillas, Adolfo Suárez… En todos se está equivocando y parece como si quisiera darle un caramelo envenenado a su sucesor. Este Gallardón, con sus complejos faraónicos y sus implicaciones en recalificaciones sospechosas –a ver en qué acaba el escándalo de Arroyomolinos y la finca de la familia Franco- va a facilitar al pesoe su regreso al poder. Ya lo verán. A lo mejor la historia de Francisco Fernández Ordóñez, que traicionó a Suárez -Felipe González lo hizo ministro hasta su muerte-, se repite en este “judas” jovencito, ambicioso y sin escrúpulos, que tiene toda la pinta de ser un cómplice de Miguel Herrero de Miñón, que de padre de la Constitución se hará famoso por sus pelotazos, sus recalificaciones y por el tráfico de influencias que ha podido ejercer en varias operaciones inmobiliarias… A lo mejor lo vemos de ministro de Bono, cuando éste llegue a la Moncloa, claro, que todo se andará. ¿Verdad?